
NÓMADA
Cultura en movimiento
Romper el silencio
Voces femeninas en el rap de Medellín
Por: Laura María Orrego Acosta

Fuente: Instagram @kck_oficial
Este escrito encuentra su origen en una conversación con la rapera KcK, cuya experiencia despierta una serie de cuestionamientos.
KcK, o Katherine González, es una rapera de Medellín que ha estado presente en la escena musical de este género durante varios años. En su trabajo se refleja la búsqueda del reconocimiento del poder femenino y la justicia, pero también la exploración del ser y la reconexión con las tradiciones e identidades.
El rap, un género lleno de pasión y poder, a menudo ha estado dominado por voces masculinas. Pero, ¿qué pasa con las mujeres que también tienen historias que contar y rimas que lanzar? Como en muchos otros ámbitos, han estado luchando contra viento y marea para conseguir un lugar dentro de la escena musical y cultural: “El hecho de ser ignorada es bastante fuerte. Sin mencionar lo que siempre pasa con las mujeres en los escenarios artísticos y las relaciones con quienes tienen el poder, que en general son los hombres. Siento que los carteles están llenos de hombres y que ellos se ayudan entre sí. Incluso hay una exigencia de que las mujeres abran sus propios espacios y hagan eventos de solo mujeres. En la escena rapera les gusta separar a las mujeres de los hombres.” Menciona KcK.
Además, las mujeres se enfrentan a una serie de desafíos para poder tener visibilidad; por ejemplo, cuando son invitadas a participar en eventos es común que no se les pague por su trabajo o que solo participe una mujer en el cartel. Además, para ser aceptadas, deben encajar en alguna de estas condiciones: ser vistas como aprendices, estar asociadas sentimentalmente con un hombre respetado en la escena del rap, o bien, su trabajo puede ser tolerado siempre y cuando no incomode a los hombres en el medio. “En la escena si somos raperas somos niñas o somos viejas, pero no mujeres cuyo trabajo merezca ser escuchado o respetado. Porque las mujeres no rapean. O rapean temas que no son del interés masculino.”
Es inevitable pensar que en un mundo donde las voces femeninas en el rap quedan en segundo plano, las historias que ya nos acostumbramos a escuchar en las canciones de este género de la ciudad están incompletas, llenas de estereotipos y limitaciones.
En general, en el rap las narrativas de género no se han desarrollado, revelando una imagen limitada de las mujeres. Las historias recurrentes de hombres que dominan, la glorificación de la masculinidad agresiva y el desprecio hacia las mujeres han sido una parte triste pero constante del paisaje lírico; es usual escuchar que se utiliza la imagen de la mujer como un arma insultante en el mundo del rap, donde términos como "perra", "puta” y "nena" son arrojados como proyectiles verbales en contra de diversos objetivos, como los rivales de escena, el Estado, la policía, etc. Esta práctica perpetúa una visión despectiva de las mujeres, convirtiéndolas en un medio de menosprecio en lugar de respetarlas como individuos con igual valor y voz.
Y es que no necesitamos excavar mucho en las canciones de los exponentes del rap en Medellín para encontrar estos desprecios a la mujer. Es simplemente escuchar a Alcolirykoz, tal vez los más destacados en el rap nacional hoy, y descubrir versos como estos: “Oremos por las almas en pena de los que siguen buscando pegar haciendo rap de discotecas, pa' nenas” o “Tu música la puta de la fiesta: cualquiera se la baila, pero nadie la respeta”.
No solo se trata de las letras, sino también de las actitudes en las que estas narrativas han influido en la escena. Los roles de género se han extendido más allá de las canciones y se han arraigado en la cultura misma. Las artistas femeninas a menudo se enfrentan a la expectativa de ser simplemente objetos de deseo o complementos visuales, en lugar de ser reconocidas por su habilidad artística. Estas actitudes han reforzado la idea de que las mujeres no pertenecen al micrófono principal y han perpetuado una brecha en la percepción de su capacidad en el género del rap. En este sentido KcK añade: “Las mujeres no son necesariamente poderosas desde la sensualidad o la sexualidad. No tienen que ser sumisas o ser correctas para el mundo. Yo pienso que la identidad y las tradiciones son importantes; que compartir valores como comunidad es importante. Más que las narrativas tradicionales, creo que es necesario cambiar los imaginarios colectivos hegemónicos.”
En medio de este panorama musical, las artistas femeninas han asumido un papel de desafío y fuerza. Han tomado el micrófono y han decidido que las viejas narrativas no definen quiénes son ni lo que pueden lograr. A través de sus letras, estas artistas están reescribiendo las historias, confrontando los estereotipos y abordando temas que hace mucho debieron pertenecerles. No están dispuestas a ser relegadas a un papel secundario o limitadas por la mirada masculina. Más bien, están utilizando cada rima y verso para cuestionar las normas, compartir sus experiencias y expresar su verdad única en un mundo que las ha marginado durante demasiado tiempo. A través de sus actuaciones en el escenario, están reclamando su espacio, demostrando confianza y fuerza. Ya no están en las sombras; están en el centro de atención, demandando ser escuchadas y respetadas por su talento artístico y por la fuerza de sus voces.
"Pienso que cambiar el imaginario colectivo patriarcal es una tarea que debe ser asumida tanto por hombres como por mujeres." En coherencia con esta convicción, KcK contribuye a este cambio dirigiendo el taller de rap y género. En este taller, ella fusiona su conocimiento del derecho, dado que es abogada, con su experiencia en la música. Estos talleres están abiertos tanto para hombres como para mujeres, ya que ambos géneros deben formar parte de la lucha por el reconocimiento de las mujeres. Según KcK, "dejar la educación únicamente en manos de las mujeres y dirigida exclusivamente a ellas carece de sentido." El taller aborda una amplia gama de temas, que incluyen la escritura lírica, la puesta en escena, el manejo del público, la industria de la música, los derechos de autor y la perspectiva de género.